EDUCACIÓN CÍVICA: ¿CONDICIÓN PARA LA NUEVA JUSTICIA EN MÉXICO?
POR: CLAUDIA HEREDIA
Hacer justicia, nunca ha sido una cosa menor, es «oficio de sabios» Un arte complejo, no fácil de dominar, es decir para nada sencillo, si lo reflexionamos con la profundidad y debida seriedad. La justicia, constituye el anhelo legítimo de toda persona o comunidad perteneciente a un sistema de estado de derecho.
Este domingo 1 de Junio, en México por primera vez, se ha llevado a cabo elección de ministros, magistrados y jueces federales, así como locales en un número importante de entidades. Una elección inédita, asumen los oficialistas como “histórica” en la que la que también conviene decirlo, existen posturas dividas: entre quienes aplauden el hecho de “que el poder judicial se democratice” como principal argumento, mientras hay quienes rechazan la idea por pensar que esto suprime la división de poderes que prevalece como principio y base de toda república.
Mientras sean «peras o manzanas», los principales jerarcas del país, los que están al frente y los no tanto, pero de igual o más peso, por ser especie de líderes morales de la llamada Cuarta Transformación. Por supuesto entre ellos el ex Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien reapareció en la escena pública, votando como todo ciudadano, desde luego tiene derecho. Por cierto su principal impulsor tras bastidores.
La realidad es que en contraste a la cúpula del poder público, o sea «la crema y nata» del poder político ya sabe los unos cuantos, frente a la inmensa mayoría ciudadanía de a pie, que ejerce lo que para aquéllos significa un cambio profundo en México, también debemos expresarlo, los ciudadanos comunes (los votantes) no tienen la más remota idea de qué hace un Ministro, mucho menos qué papel desempeña un juez federal, tampoco les interesa, si no conocen a su representante popular (diputado o diputada) a decir verdad tampoco les ocupa, mucho menos un funcionario que a lo largo de la historia del constitucionalismo, estaba tras un escritorio, decidiendo con base en hechos y respetando normas, con principios de orden de derecho, dictando sentencias, para lo cual experiencia y conocimiento en la materia, avalaba para decidir la aplicación de los preceptos legales al caso concreto.
En efecto, los operadores del derecho, ahora tras la más reciente reforma al Poder Judicial, aguerridamente defendida por el Poder Ejecutivo, pone en discusión de los que saben bien de estos menesteres, poniendo en la balanza pros y los contras, con respecto a si el cambio de paradigma en el ámbito de la justicia en el país, concretamente en elección popular de los operadores de la justicia, es para adelante o de plano una reversa caprichuda.
Todo cambio, indudablemente trae aparejada resistencia, eso por un lado debemos reconocerlo, pero por el otro, admitir que lo radical y extremo a la hora de plantear cambios, puede resultar agresivo. Ahora si que la moneda está en el aire, en cuanto a si será favorable o no, lo que si es una realidad es que el cambio viene desde nuestra Constitución, y ahora también precisamente este día 1 de Junio, materializándose en el territorio y con la gente.
El cambio constitucional, implica en si mismo una serie de cambios y no solo limitarlo al proceso eleccionario de los funcionarios judiciales, que por si solo no provoca transformación, sino lo preocupante ahora será más bien la confusión en las mentes de quienes tras haber sido elegidos por voto popular, se enfrentarán a la otra realidad: resolver asuntos, que exige una carrera judicial, conocimiento técnico, experiencia y oficio en el servicio al Poder Judicial, cuya responsabilidad únicamente recae en estos mismos y no de quienes seguramente el candidato (a) de cero experiencia, habrán pensando al lanzarse al ruedo, que la chamba lo harán otros (subalternos) que sí tienen el conocimiento y el expertis. Nada más irresponsable pensar en esos términos.
No obstante, los niveles de justicia en México, lo cierto es que precisan de combatir la corrupción, el tráfico de influencias, y el modus operandi de quienes visualizan en todo encargo público, la posibilidad de servirse y no de servir, porque el que sirve, servirá donde está más capacitado, donde tiene más experiencia, mayor conocimiento, y vocación. Esto a colación de lo que sostuvo Claudia Sheinbaum, que el 60% de los aspirantes no tenía experiencia en el ámbito.
Por otra parte, dicta un viejo adagio, “no hay que perder la esperanza” lo que si, es que no podemos permitirnos como país, “jugar” a hacer justicia, y no me refiero a la elección que al parecer ha resultado exitosa, sino otra cosa: El de impartir justicia con inexpertos que buscan un espacio a toda costa, pero con el respaldo del voto, lejos de crear confianza en la justicia, despertará aún más la desconfianza.
A todo esto ¿Dónde está la solución? Porque nos debe quedar claro a todos, que el cambio está plasmado en la Constitución que es pilar del sistema jurídico y “escrito sobre roca” al menos durante este sexenio, teniendo además mayoría en las cámaras. A juicio de quien escribe en la educación cívica, en promover el conocimiento y la participación de las niñas, niños y jóvenes, así como de todas las personas a favor de las instituciones, sus funciones, y el valor que representan para las y los ciudadanos. Eso desde luego no se lograría en el corto plazo, sino cuando menos en la siguiente década, por ahora estamos lejos. Y si al algo no debemos dejar esperando es precisamente a la justicia.
*** Claudia Heredia es mujer de leyes, ex candidata a Diputada Federal y Ciudadana.
